LA VERDADERA NATURALEZA DEL TRABAJO
(Rodrigo de Souza Peñaloza, 7-X-2016)
El trabajo tiene dos faces. Una es el sufrimiento físico, el esfuerzo y el cansancio. Otra es el resultado que logramos con él y que es la razón que nos motiva al esfuerzo. Sin embargo, culturalmente atribuímos a la primera faz la totalidad semántica del término, olvidándonos de que la faz del cansancio es solamente el aspecto instrumental de aquello que verdaderamente caracteriza el término: la realización de la potencia creadora.
Quiero, en esta pequeña reflexión que ofrezco a los amigos, retirar del término “trabajo” el significado restricto que comúnmente se le pone a la palabra propiamente dicha y de ahí buscar a su significado más profundo y, quizás, cambiar lo que entendemos de la naturaleza del trabajo.
El término trabajo viene del Latín “tripalium”, un instrumento de tortura hecho de tres palos fijos en el suelo en forma de pirámide triangular con el cual los esclavos eran supliciados. También el término latino “labor”, hoy sinónimo de trabajo, significa sufrimiento. Era el sufrimiento decurrente del esfuerzo necesario para la supervivencia.
Respecto a las raíces indo-europeas, el término inglés work y el germánico Werk provienen, ambos, de la raiz proto-indo-europea *wergh . Especificamente, *wergh > *uergh > *uerk > work y Werk. En Griego antiguo, *wergh culminó en ἔργον (érgon). El asterisco que se le antepone a la palabra denota que ésta es supuesta o construída como modelo de origen común proto-indo-europea de sus ramificaciones.
Aristóteles, al referirse a acto y potencia, usó los términos ἡ ἐνέργεια (hé enérgeia) y τò δυνατόν (tò dynatón), los cuales fueron vertidos al Latín como “actus” y “potencia”, de donde los términos acto y potencia. Es del término ἐνέργεια que deriva el término energía. Él es compuesto del prefijo ἐν (en) y del término ἔργον (trabajo, actividad, acción realizadora). Trabajo, por lo tanto, en su significado profundo, se relaciona con la idea de energía, o sea, la fuerza, la operación, la acción que, actuando sobre el ser en potencia, transforma en acto lo que antes era posible.
Ese entendimiento del término trabajo como correlato de energía nos revela la idea de que, para el Hombre, el trabajo en su aspecto de sufrimiento es solamente el instrumento de su potencia creadora, ésta, sí, su verdadera naturaleza.
El Hombre laborante expresa, así, su naturaleza espiritual. El sentido que he buscado dar a esse atributo, con base en los orígenes indo-europeos del concepto, que sufrió severa modificación por metonímia mediante el instrumento de suplicio, es, en realidad, el de energía o acto puro, de acción realizadora de la potencia creadora del Hombre.